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La crisis de la vivienda acorrala a los jóvenes de Nigeria: alquileres dos veces más caros que el sueldo medio

Las principales urbes —Lagos, Abuya y Port Harcourt— experimentan una rápida urbanización en uno de los países con el crecimiento demográfico más alto del mundo y donde el 63% de la población tiene menos de 24 años

Crisis vivienda en Nigeria

Hace dos años, Akanji Abdullahi dejó su ciudad natal en Oyo para mudarse a Abuya, capital de Nigeria, en busca de mejores oportunidades. El joven de 28 años consiguió un trabajo remunerado con 250.000 nairas nigerianas (148 euros) en la capital, pero su entusiasmo duró poco. El alquiler de una casa en Wuse 2 —cerca de su lugar de trabajo— superaba el millón de nairas, obligándolo a rechazar la oferta y conformarse con menos. “Estaba desesperado por encontrar alojamiento en Abuya”, recuerda Abdullahi. “Al final, acepté un trabajo de maestro en Byazhin, una zona remota [a unos 40 kilómetros de Abuya], donde el puesto incluía vivienda y, en ocasiones, comida. Sin embargo, el salario era demasiado bajo: solo me pagaban 15.000 nairas [9 euros] al mes durante dos años”, cuenta a EL PAÍS Abdullahi que, debido al escaso sueldo y las falta de perspectivas, decidió renunciar y dejar Abuya.

Su experiencia, que aún viven otros jóvenes, refleja una crisis generalizada de acceso a la vivienda en el país más poblado de África y en una de las mayores economías del continente. No es un problema menor si se tiene en cuenta que Nigeria es uno de los países africanos con mayor porcentaje de población joven ―un 63% de sus habitantes tiene menos de 24 años― y uno de los que tiene una tasa de crecimiento demográfico más alto. Naciones Unidas ha alertado, además, de que “la tasa de crecimiento de la población urbana de Nigeria (4,1% anual) ha experimentado un aumento casi dos veces más rápido que el crecimiento nacional”. Se calcula que el país tiene un déficit de más de 17 millones de viviendas.

Esta explosión de la población urbana, entre otros factores, ha conducido a que en Lagos, por ejemplo, el coste medio anual por el alquiler de un piso de una habitación sea de 2,2 millones de nairas al año (1.295 euros), con precios de principios de abril de 2025, aunque puede variar según la zona que se elija para vivir en la ciudad más grande Nigeria. De acuerdo con el portal inmobiliario, Nigeria Property Centre, los precios van desde las 300.000 (177 euros) hasta los 59 millones de nairas anuales (34.742 euros). En contraste, el salario promedio de muchos jóvenes profesionales apenas ronda los 1,2 millones de nairas al año (713 euros). Esta disparidad hace que sea prácticamente imposible que los jóvenes profesionales puedan permitirse un alojamiento decente en las grandes ciudades sin agobios económicos.

El coste anual medio por el alquiler de un piso en Lagos es de 1.295 euros, frente a los 713 euros que cobran de media los jóvenes profesionales nigerianos

Olaitan Olaoye, un experto inmobiliario de Lagos, pone de relieve el agravamiento de la situación. “Antes de la pandemia de covid-19, los precios del alquiler ya eran elevados, pero tras la pandemia se dispararon aún más, agravados por la inflación, el aumento del precio del combustible, el encarecimiento de los materiales de construcción y la inestabilidad económica”, explica a EL PAÍS. El jefe del departamento de proyectos de una compañía inmobiliaria detalla que, actualmente, un apartamento tipo estudio en áreas céntricas como Ikoyi, Victoria Island o Lekki puede costar hasta 2,5 millones de nairas (1.486 euros) al año. “Incluso en zonas supuestamente accesibles, los precios han aumentado más del 70% en los últimos dos años”, afirma.

Los estudiantes no se libran

Los estudiantes nigerianos están entre los más afectados, con subidas de los alquileres de hasta el 100% en el último año, de acuerdo con algunos alumnos universitarios contactados por este diario. La falta de alojamiento en los campus los obliga a recurrir a promotores privados, que cobran alquileres exorbitantes.

Susan Ifeyinwa, estudiante de segundo año de Lingüística y Comunicación en la Universidad de Port Harcourt, quedó consternada al reanudar el nuevo curso académico y darse cuenta de que un alojamiento independiente en Aluu —una comunidad estudiantil en Port Harcourt— que costaba 200.000 nairas (118 euros) antes de que ella dejara la escuela por vacaciones, ha subido ahora más del 100%. “El alquiler cuesta ahora entre 450.000 y 500.000 (267 y 297 euros), y el transporte es aún más caro. Esto ha hecho la vida más difícil a los estudiantes”, explica a este diario, y agrega que algunos han optado por compartir habitaciones con varias personas para reducir costes.

Chibwueze John, estudiante de la Universidad de Abuya, comparte su angustia. “Hace unos años, el precio total de un alquiler fuera del campus era de unas 700.000 nairas (416 euros), pero ahora se ha disparado a 1,4 millones de nairas (832 euros)“, relata. De acuerdo con el joven, en algunos alojamientos compartidos con hasta 10 personas, cada estudiante paga 900.000 nairas (535 euros)por una sola cama. “Solo los afortunados que consiguen alojamiento en el campus pueden escapar de estos precios desorbitados”, lamenta.

El problema, además, es que algunas de estas viviendas están en condiciones deplorables. Aisha Mahmud, estudiante de quinto año de Derecho en la Universidad de Lagos, cuenta que los edificios cercanos al campus están en mal estado, pese a los altos precios del alquiler. “Los estudiantes tienen que gastar dinero extra para arreglar techos con goteras, pintar habitaciones y hacerlas habitables. En Abule Oja, una zona estudiantil popular en Lagos, el alquiler de un pequeño apartamento era de 500.000 nairas (297 euros) al año. Ha subido a 900.000 nairas (535 euros) , y con los costes adicionales, como tarifas de agencia y acuerdos, el total llega a 1,3 o 1,5 millones de nairas (773 o 891 euros)“.

Según el experto inmobiliario Olaoye, muchos jóvenes nigerianos se enfrentan a una difícil disyuntiva: vivir cerca del trabajo y pagar un alquiler desorbitado, o mudarse a las afueras y soportar largos y costosos desplazamientos. Para quienes ganan entre 200.000 y 300.000 nairas al mes (118 y 178 euros), ahorrar lo suficiente para el alquiler suele significar sacrificar otras necesidades esenciales. “Muchos jóvenes profesionales viven tan lejos de sus trabajos que pasan horas viajando cada día, lo que los deja agotados. Algunos se levantan a las cuatro de la mañana para llegar al trabajo y regresan a casa a las 11 de la noche. El estrés les provoca enfermedades frecuentes y reduce su productividad”, señala.

La inflación, el elevado coste de la vida y el estancamiento de los salarios dificultan que los jóvenes alcancen la independencia financiera
Abubakar Tabiu, profesor en la Universidad Usmanu Danfodiyo de Sokoto

Los expertos sostienen que la crisis de la vivienda se debe a la falta de regulación, a la inadecuada intervención gubernamental y a la inflación en los materiales de construcción. Abubakar Tabiu, profesor asociado y catedrático de Gobierno y Política Urbana en la Universidad Usmanu Danfodiyo de Sokoto, agrega que, además, la economía mundial ha experimentado cambios significativos, y Nigeria no se ha librado. “La inflación, el elevado coste de la vida y el estancamiento de los salarios dificultan que los jóvenes alcancen la independencia financiera. Para paliar la crisis de la vivienda, el gobierno debe centrarse en planes de vivienda asequible, subvenciones al alquiler y mejoras de las infraestructuras que permitan opciones de desplazamiento más accesibles y asequibles”, explica Tabiu.

Olaoye insiste en la necesidad de hacer cumplir las políticas. Existen leyes de arrendamiento, pero no se aplican, asegura, lo que hace que los propietarios fijen precios arbitrarios sin supervisión. “El gobierno tiene que aplicar políticas de control de alquileres y aumentar la inversión en proyectos de vivienda masiva. Si aumenta la oferta de viviendas asequibles, los precios de los alquileres se estabilizarán”, afirma.

Tabiu advierte de que si no se aborda la crisis de la vivienda, las consecuencias podrían ser graves. “La falta de una vivienda estable retrasa el desarrollo profesional, el matrimonio y la independencia económica de los jóvenes. Además, el estrés de unas condiciones de vida inasequibles podría alejar a los profesionales cualificados de los centros urbanos de Nigeria o incluso del país, agravando la fuga de cerebros”, dice el catedrático.

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